Si buscáramos la definición de resiliencia seguramente encontraríamos una definición similar a estas: “capacidad de adaptarse a situaciones adversas”, o “capacidad de afrontar eventos difíciles”, como pueden ser enfermedades, situaciones económicas, la pérdida de un ser querido, desempleo, entre otros, sin embargo, creo que estas definiciones se quedan cortas cuando solo decimos que existe una adaptación a la situación.
Si bien, la resiliencia es parte de tener la capacidad de una persona a adaptarse ante las situaciones difíciles, los resilientes no solo se adaptan, si no que superan, sacan de la situación algo positivo, crean y transforman a partir de la situación vivida, crecen y modifican sus recursos psicológicos y sobre todo apoyan a los demás a superar lo que ellos han vivido generando empatía, en pocas palabras salen fortalecidos de estas situaciones.
Ejemplo de ello, pueden ser personas que crean fundaciones para apoyar o ayudar a otros en una situación determinada, colectivos de madres buscadoras de sus hijos desaparecidos, personas luchadoras por los derechos humanos, poetas, investigadores, activistas, entre muchos otros, pero, ¿que hace que una persona sea resiliente?
Hay características entre las personas resilientes como: una actitud positiva u optimista ante la vida, sabiendo que después de la tormenta viene la calma, son personas responsables, tanto de sus pensamientos, emociones y sentimientos, así como de sus acciones, teniendo conciencia de que ellos no pueden controlar todas las situaciones, capacidad de introspección, suelen ser flexibles, ven opciones diferentes y son creativos, se atreven a “salir de la caja”, se adaptan a las circunstancias y adoptan una nueva forma de ver y hacer las cosas, enfrentan los problemas, no postergan ni evaden las situaciones, conocen sus límites y potencialidades, confían en sí mismos, en sus fortalezas y habilidades, asumen estas dificultades como oportunidades de poder aprender, la tenacidad y el no rendirse es otra de las características de este tipo de personas, pero sobre todo se rodean de personas positivas, que les aporten cariño, amor y comprensión dentro y fuera de la familia.
Es importante saber que las personas no nacemos siendo resilientes, no es algo innato, sino que es algo que aprendemos y desarrollamos e inequívocamente proviene de adversidades, fracasos, retos y esto genera habilidades en las personas y todos podríamos desarrollarla.
Esto No significa que la persona no experimente emociones ante las circunstancias, como enojo, dolor, miedo, tristeza, entre otras, si no que la diferencia radica en la respuesta que tiene ante la adversidad.
El ser resiliente no significa que no se esfuercen por ver el lado positivo de las cosas, sin embargo, ya han generado mecanismo para poder observar las cosas desde un ángulo mucho más positivo, buscando soluciones, aprendiendo de las circunstancias y sobre todo superando miedos. Las personas resilientes han generado pequeños cambios en su vida, paulatinamente han adoptado maneras de ver las cosas desde una perspectiva diferente, y muchas veces generan autoevaluaciones.
La resiliencia como ya lo mencionamos anteriormente, es una habilidad que se trabaja, pensemos en alguna situación difícil ¿cómo la afrontarías?, o bien ¿te desmoronarías ante la situación, adversidades? Si eres de las personas que haría esto último, muy probablemente te haga falta trabajar en muchos de los aspectos ya descritos anteriormente.
Si tu quisieras aprender a ser una persona resiliente, es importante saber que tendrás que aceptar que la vida tiene cambios, aprender la capacidad de controlar tus impulsos y emociones, flexibilidad y solución de problemas de manera creativa, pero sobre todo tendrás que hacer cambios en tu visión de la vida y para ello en Psicoterapia Integral contamos con psicólogos profesionales que te pueden acompañar en tu camino de transformación personal para que descubras y explotes tus potencialidades.
Mtra. Lizeth B. Ocampo S.